1 de octubre de 2010

Yo no estoy dudando. – dijo aquella voz intensamente grave pero que aún así se le notaba el dolor.

-Por supuesto que no lo estás haciendo.- repliqué irónicamente. En el fondo sabíamos que nos estábamos mintiendo. Sabíamos que nuestros ojos am

enazaban con llenarse de lágrimas y que nuestras manos temblaban sin cesar.

-solo le hubiera pedido un favor, que me deje ir- dijo como hablándose a sí mismo.

-pero sería imposible, es muy lejos de acá.- dije, con intenciones de calmarlo, y también convencerme a mi misma de que habíamos hecho lo correcto.

-quizás, pero seguramente le hará falta compañía- siguió diciendo, culpándose por su error y su dolor.

-no, ya hará amigos allí, no te preocupes que todo va a estar bien.

-preferible pensar eso, ¿no?

Me quedé callada pensando en eso, siempre decir que lo preferimos, siempre pensar lo que preferim

os, ¿nos ilusiona?, ¿nos desvanece? , ¿Qué es lo mejor para nuestra conciencia?

Si, como notarán estoy demasiado aburrida y escribí esto, sin sentido (quizás), pueda ser que no prefiera ilusionarme con estupideces, pero que tal vez no sean estupideces.

Tal vez, volviendo al tema preferir, no sea lo mejor escuchar música para nuestros oídos, pero en el instante en que a uno le duele, prefiere considerar que hizo las cosas bien, que todo va a estar bien, y que blablabla.

Entonces, ¿tener esperanzas es lo mismo que ilusionarse? No, pero a uno le provoca la misma sensación; me ilusioné, o creí que …. Al pedo.

Entonces, ¿Qué hacer? ¿seguir y pensar en el futuro? O ¿seguir sin pensar?

Creo que la causa y efecto es por algo, yo prefiero ilusionarme y llegar a ser feliz, que rendirme y dejar de soñar.


Porque la realidad nos despierta, y a todos nos gusta dormir.

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