24 de noviembre de 2010

Es mejor intentar que morirse sin sentir tu voz


Uno de los dos, nena, se equivocó, no creo que haya sido yo - Adiós mujer, te deseo suerte y que te vaya bien.

Con todas las razones, habíamos ido caminando sobre una línea, solo una línea. Concretaban las sonrisas y los rastros de amor. No entendíamos el sentido, no sabíamos cómo era el fin, pero sabíamos que carecía de sentido, que no había razón, solo disfrutar por un momento. Es preferible sufrir por quedarme sordo de vos, que irme sin oír tu voz, sin probar tu sabor, sin endulzar mi mente con tu mirada. No quería imaginar algo sin vida en él, mas no era posible, era abstracta su definición como el dibujo realizado por un niño. Comprendía pero no entendía a la vez-

¿Tan difícil era darse cuenta? Algo que hace mucho no figuraba, surgía en mí.

No lo había notado, pero sus ojos reflejaban en mí, una historia de caracteres iguales que la mía. Quizás complotarse en el destino y en el pasado, daría un nuevo futuro, quizás podríamos ayudar a esos problemas que estaban rendidos de buscar solución. Cada vez todo cobraba volumen, íbamos entendiendo por que esto se presentaba en nuestra vida. Contestarse esa pregunta era tan fácil, nadie lo hubiera imaginado, era parecido a preguntarse, ¿por qué el color rojo es rojo? Porque si. ¿Por qué nos pasaba esto?, ¿Por qué en nuestras vidas? Porque si.

Ya no necesitábamos entender, solo vivir y disfrutar, sabíamos que el tiempo que pudimos ser felices lo arruinamos con miedo, por lo tanto, ahora, al miedo lo arruinamos siendo felices.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

es simple, es claro