30 de diciembre de 2010

Yo no quiero contigo ni sin tí

Estábamos tan cerca, que apenas podíamos mirarnos sin sentir vergüenza. Ya sabíamos el final de la historia, desde el principio. Habíamos hablado dos días atrás, una noche igual, sentados sobre un tronco, ¿romántico? Cuesta decirlo, pero escuchando gritos, silbatos, y alentadas, aún así, lo considerábamos de lo mejor, y si podría repetir el momento, lo seguiría siendo. Contábamos anécdotas, cosa de matar el tiempo, y divertirnos, conocer los sueños ocultos detrás de nuestras apariencias. Podíamos decidir qué hacer, y que no hacer. El calor de enero no detenía el hecho de que él me abrace. No obstante, la noche anterior nos habíamos ido caminando de la mano, en completo silencio. Nos reíamos, porque no sabíamos que mas hacer. Éramos felices, ninguno de los dos creía en ese momento, nos fuimos convencidos de que era un sueño, de esos que uno quiere coleccionar y volver a soñar cuando se le dé la gana. La gente comenzó a irse. Recuerdo que me sentí un estilo de cenicienta; a las doce, a casa. Solo que a diferencia de el personaje, yo me iba acompañada. No dudo que los segundos que le siguieron fueron los más felices de mi vida. A pesar de sus defectos, de mi inexperiencia, de nuestra impaciencia, y de la emoción del resto, que nos perseguía para vernos, yo fui feliz. Espero que el haya disfrutado de ese momento, tanto como yo. Aunque creo, que ya optó por olvidarlo, por no recordarlo mucho, quizás crea que le haga bien, a mí no. Yo prefiero saber que fui feliz.

No vuelve no vuelve no vuelve no. Ojala y te me borraras para siempre de mi vida para no volverte a ver. Y ojala y te me borraras por las noches en el día para no volverte a ver. Y ojala y te me esfumaras de mis sueños vida mía, y que no me lluevas más. Y ojala y que la lluvia me ahogue entre sus brazos, Para no volverte a ver, no ni en sueños. Pa' que pare de llover


No hay comentarios:

Publicar un comentario

es simple, es claro