11 de diciembre de 2010

Para decir con Dios, a todos nos sobran los motivos

¿Donde encontraron los restos de una mente incrédula? ¿Dónde pierde las apuestas los adictos al mar? Este miedo a perderme, esta cobardía a ser yo, esta perdición que perdí en el olvido, este gancho entre el pasado y la realidad, este; “acostúmbrate, no lo podes cambiar” , esta estrofa sin sentido que no dejo de pensar, ese ojo mal cerrado que no deja de mirar, este sueño que no puedo dormir, estas voces me matan hasta ensordecer, este silencio me deja muda, esta vida con sentido perdido, este olvido cansado de ser, estos labios que carecen de suavidad. ¿Cómo encontrarme a mi misma? ¿Cómo saber si hago bien? ¿Cómo perdí lo que tenía guardado? Esta voz que resuena en mi cabeza, estas ganas de tirar todo a un río, este pensamiento prematuro que no cesa de crecer, estas voces de primavera antigua, este concepto de realidad tan poco real, estas manos que tiemblan de calor, este frio de verano que corre por mi piel, este color inadaptado para la situación, estas filosofías incultas en la razón, este destino en puntos suspensivos, este secreto que todos saben, esta revelación desconforme en su relación, este comentario vil, esas hojas que no vuelvo a escribir, esas raciones de felicidad que ya tragué y este pasado que se está repitiendo en mi futuro inconcreto, en mi salud enferma y en el parche que tiene mi corazón.

¿De dónde salió el monstruo mundial? ¿Cuándo apareció la mezcla de la pasión? ¿Y si me dejo de preguntar? ¿Cuándo más voy a volver a responder?

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